Las nuevas normas de diseño ecológico se aplican ahora a casi todos los bienes físicos del mercado de la UE, no sólo a los productos relacionados con la energía.

Los productos deben ser energéticamente eficientes, duraderos, reparables y reciclables, entre otras características ecológicas.

Las empresas deben divulgar anualmente el desperdicio de productos y sus motivos, y la contratación pública debe cumplir criterios ecológicos.


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